lunes, 28 de marzo de 2011

Políticamente Incorrecto


Estamos acostumbrados a encontrarnos en los medios de comunicación ciertas expresiones que damos por conocidas, pero que a veces conviene, no tanto aclarar su significado, sino delimitar y situar en su justo lugar dicha expresión. Mi intención no es otra que intentar enmarcarlo gráficamente sin demasiadas pretensiones;  pero empecemos por el principio.

La expresión hay que encuadrarla dentro de los denominados niveles de cultura que alcanza toda sociedad. Estos niveles los ostentan cada uno de los grupos sociales que lo desarrollan. Esto hace que no exista un modelo único de cultura. Desde la perspectiva de la historia de la cultura esto se proyecta en la descomposición de lo cultural en diferentes estratos o segmentos, sin llegar a formar compartimentos estancos, ya que existe una continua interacción debido al dinamismo de los grupos sociales que participan de la cultura. 



De esta manera, distinguimos los siguientes niveles:

La alta cultura. Es patrimonio de los elementos más cultivados de una sociedad, y que normalmente, pertenecen a las clases con un mayor poder adquisitivo. Se caracteriza por su nivel de abstracción, que le permite elaborar grandes sistemas de pensamiento, y establece modelos que son asumidos por otros sectores sociales.
La cultura oficial o dominante. Presenta un carácter normativo y su finalidad es asegurar la estabilidad de un sistema político determinado. Tiene poder de decisión  y medios para imponer los patrones de comportamiento a los diferentes grupos sociales.
La cultura de masas. Tiene como base la producción y el consumo estandarizados de objetos. Los sectores a los que se dirige no crean ni comparten esa cultura sino que son simples receptores pasivos. La cultura de masas en realidad no tiene existencia por sí misma, es una seudo-cultura que se apoya en otros niveles.
La cultura popular. Se identifica con la cultura creada, vivida y transmitida por el pueblo, aunque el mismo concepto de pueblo introduce unas connotaciones de imprecisión y ambigüedad, matizado por los intelectuales del s. XIX al descubrir los valores, actitudes y creaciones de las gentes ordinarias, considerando que constituían el "espíritu del pueblo". El término pueblo adquirió un matiz ideológico, que más adelante se ampliaría con el surgimiento y consolidación del movimiento obrero.

Bibliografía:
Tendencias Historiográficas Actuales, VV.AA. UNED. Madrid, 2004.

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