sábado, 1 de septiembre de 2012

La Gomera y Valle Gran Rey



El Cedro. Parque Nacional de Garajonay
Amamos los lugares como si fueran personas y nuestros recuerdos se amontonan cada vez que los volvemos a encontrar, intentando empezar en el punto donde se paró nuestro recuerdo. Miramos para reconocernos con ellos, para volver a sentir las mismas sensaciones que nos cautivaron la primera vez. Pero no importa si no nos acordamos, los lugares tampoco nos recuerdan. Todo vuelve a empezar. No importa las veces que lo veas y lo contemples.
El paisaje siempre se ofrece viejo y nuevo a la vez. El Paisaje no tiene dueño y se hace de quien quiera apreciarlo, de quien quiera vivirlo, y pasa a convertirse en algo de nosotros mismos, en algo íntimo.


La Gomera ( ver nota ) tiene el viejo y estático bosque de laurisilva, que desde el Terciario se va renovando, y los dinámicos movimientos de las nubes, los benefactores alíseos que bordean las copas de los árboles y chocan  y penetran en las vaguadas, dejan su carga húmeda. Los líquenes del Terciario alimentándose en el siglo XXI de jugosas nubes de algodón.

Las montañas y su manto de nubes coronando

NOTA: La Gomera está situada al oeste de la isla de Tenerife y próxima a ésta. Sus poco más de 370 Km2 contienen una gran variedad de climas y sus correspondientes tipos de vegetación, con más de 980 plantas silvestres diferentes, unas 280 especies endémicas de la Macaronesia y 75 endemismos propiamente gomeros. El gran tesoro de la isla, no obstante, es el Parque Nacional de Garajonay, un bosque donde prima la laurisilva procedente de los grandes bosques del Terciario.


En Valle Gran Rey, los bancales descienden por el abrupto barranco. Piedra a piedra, terraza a terraza, la mano del artesano, del albañil, del campesino se unieron para dar vida a este barranco. El agua, tan necesaria, se redistribuye hasta los palmerales situados en la costa y más allá, el barrio de pescadores y el límite que impone el mar Atlántico.

Valle Gran Rey. Año 2011
El  Valle. Año 2011

Valle Gran Rey. Año 2011
Calles de Valle Gran Rey. Año 2011
El paisaje de montaña es uno de los atractivos, pero otro tan importante es el de sus playas.
Bajando por La Calera se llega al antiguo barrio, una iglesia minúscula en una pequeña plaza frente al mar, y hoy lleno de apartamentos y hoteles de baja altura, por aquello del impacto visual y eso.

Valle Gran Rey. Año 2011
A la derecha sale un camino para coches un rato, y luego peatonal al llegar las primeras dunas. Es la Playa  del Inglés, playa algo “salvaje”, en todas las acepciones del término. Olas rompedoras al borde de la playa, rocas agrestes, arena negra volcánica y suaves dunas recubiertas de vegetación. Un buen sitio para contar estrellas.
Si optamos por dejar esta playa,  podemos continuar por el paseo Marítimo hasta  la Puntilla, por donde se extiende la salida natural del barranco y la playa de Argaga, que es abierta y de fuerte oleaje, pero los laterales son bastante asequibles. Siguiendo el paseo, se van dejando las pequeñas playas familiares, hasta llegar al puerto de Vueltas y su preciosa playa, en cuyos alrededores han prosperado restaurantes y bares de copas. Un gin-tonic en el fin del mundo no tiene precio.
Puerto de Vueltas. Valle Gran Rey.
Paseo Marítimo
La Calera. Año 2011
El valle se encuentra con el mar Atlántico


Valle Gran Rey 2011. Relato personal. Con  Juliana, Marga y Agus.

Era un sábado de agosto, uno de sus últimos días en este pequeño pueblo canario, al suroeste de la isla de la Gomera. Estábamos de vacaciones, en San Sebastián y siempre que podemos nos escapamos unos  días a este escondido rincón de la isla, reducto de románticos ( alemanes, especialmente ), un pequeño grupo de empresarios y los últimos pescadores.
El valle es junto al paseo por el Garajonay, visita obligada y ese fin de semana íbamos a realizar sin saberlo, nuestro último  recorrido por uno de los parajes más bellos de la isla, y de un encanto difícil de superar. Quien conoce las entrañas del Garajonay, le resultará fácil recordarlo, porque es único en su género. Apenas hay bosques del Terciario en el mundo.

En esta ocasión nos  acompañaron Juliana, Oscar, Sandra, Agus, y mi cuñada Marga, que se conoce cada  rincón de esta isla. Pasamos un rato buscando donde cenar, tras una tarde de playa (de arena negra , claro), porque este pequeño pueblo tiene una gran diversidad de restaurantes exóticos, en relación a su breve población. Finalmente, un marroquí fue nuestra última singladura. Una mesa en la calle, a la luz de las farolas, mientras la suave brisa nos acariciaba y comenzaban a desfilar los platos. Por un lateral de la calle se empinaba  una pequeña cuesta que la luz apenas iluminaba. Desde esta improvisada terraza se adivinaba el mar a la vuelta de la esquina, las luces alineadas del  paseo marítimo, y las más alejadas de la Calera, abrazando con sus pequeñas luces la gran mole volcánica que tienen por montaña. Entre medias, las plantaciones de plátanos, las casas con su huerto de precario destino y los consabidos apartamentos que proliferan por doquier.

Tras un matinal baño, comenzamos los preparativos para marchar al Parque Nacional del Garajonay, dejando a nuestra espalda el valle, de 0 a 1000 m., en pocos minutos. Aparcamos en una carretera alta que cruza el parque.


Las sendas del recorrido penetran por las entrañas del bosque. A los pocos metros se empieza a comprobar que baja la temperatura y la luz empieza a perder sus trazos. Un poco más abajo del barranco por el que descendemos los barbudos líquenes cuelgan de los árboles. Algunos viven acolchados a los troncos, abrazados como un viajero a su mochila, otros se extiende por entre los helechos como un manto de seda.
Avanzamos en silencio. La magia ha comenzado. Un silencio milenario nos va  abrazando y los pocos pájaros que habitan avisan de nuestra presencia. El camino se retuerce y empina. La luz se va tamizando. Los helechos crecen por doquier y el sol se abre paso a tientas, entre neblina y tupida vegetación.
Tras varias horas de caminata, llegamos a un pequeño refugio en mitad del bosque. La recompensa es un puré de berros ( exquisito ) y un poco de queso gomero. Juliana nos sorprende con una vieja tradición: cebolla con gofio. Miramos como con sus pequeñas manos separa las capas de cebolla y como una cuchara, va cogiendo porciones de gofio que desaparecen tras un Auunh!.


Seguimos la marcha y en esta parte del camino aparecen aguacates y mangos, y otras frutas tropicales que desconozco. Las rampas sisean entre matorrales y arbustos. El ascenso hasta la carretera donde nos aguarda el coche, se acentúa con paulatino aumento de la temperatura. Es la sensación de salir de una nevera anclada en la prehistoria. La luz vuelve a brillar. Es como  salir de un cine en verano, con el aire caliente en la cara y un frío aire acondicionado y traidor en la espalda. Dejamos el Garajonay. Durante aquellas horas fuimos recibiendo ese encanto que guardan los bosques en su interior, que se extiende como un perfume…y nos va lentamente atrapando.

FIN DEL RELATO




Este año de 2012 ha sido en España catastrófico ( como casi todos, últimamente  ), pero especialmente severo con las Isla Canarias ( visitaba La Palma mientras en la TV daban imágenes de La Gomera ardiendo). Esto, añadido a la infame crisis, va a suponer un momento especial, donde se debe de actuar y asumir las consecuencias, castigando ejemplarmente a los culpables, por el daño causado a las futuras generaciones, por el dolor causado, que no tiene donde esconderse, pero además debe suponer una puesta en valor de la prevención. La educación  medioambiental, se convierte en imprescindible. Nos jugamos nuestro futuro y el de futuras generaciones. Quien quema un bosque, quema la vida y un poco la de los demás.

 Hoy día 1 de septiembre, hay una manifestación en San Sebastián de La Gomera, la villa para los gomeros, organizado por ciudadanos de esta isla a quien dedico este post, y animo para que continúen con sus iniciativas. Tendremos que cambiar las cosas para que aquellos que no quieran vivir en el Paraíso, para mi la isla lo es, sean expulsados. Si lo hizo Dios, también le podemos imitar.
Mi blog está a vuestra disposición. Un saludo a todos los gomeros, especialmente a los de Vallehermoso, Chipude, etc.
                                            


El Teide desde el faro de La Gomera
  
en mi pecho, antes vacío, late un corazón canario
Juan Carlos Morate                        


Páginas Web interesantes:

Videos sobre Valle Gran Rey:

Para los que se quieran ayudar a los habitantes del valle:



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Déjame tu opinión. Tu comentario es importante.